Vuelvo a recomendar otro libraco de Eduardo Mendoza (es que este pibe escribe genial la verdad), una parodia policial que cuenta con el mismo prota de "El Misterio de la Cripta Embrujada". Un pibe sin nombre, salvo los que se inventa, loco de manicomio, de lenguaje rebuscado, algo güarrillo y con un ingenio insuperable.

En este episodio titulado "La aventura del tocador de señoras", el loco no es solo el protagonista, quien en este libro es literalmente "echado" a la calle desde el manicomio debido a nuevas planificaciones urbanísticas en la zona, se convierte en peluquero y que nos narra toda una crónica de un caso de asesinato; sino que TODOS los personajes de esta aventura estan tanto o más dementes que el prota. Esta vez contamos con el alcalde de una Barcelona a mediados de los noventa (que tiene mas de un tornillo flojo), un abogado de segunda, tres mujeres pérfidas, cuatro empresarios sinvergüenzas, un vigilante de seguridad pesetero, inmigrantes africanos, los miserables vecinos del peor barrio de la ciudad, una fijación por bocadillos de bares de mala muerte y pizzas hechas con ingredientes caducos.
Para que se hagan una idea de la narrativa les cito un trocito de un discurso del "Señor Alcalde" durante una fiesta para reunir fondos para su campaña.
"Os iba diciendo, queridos ciudadanos y ciudadanas, que necesitamos un hombre para una misión espacial. No. No pido ir a Marte, ni a Venus, ni a Saturno. La mía es una misión terrestre, pero igual de difícil y trascendental.
Al decir esto, me viene a la memoria un recuerdo infantil. Me veo a mi mismo, con el desdoblamiento de la personalidad propio de los esquizofrénicos, en el aula de la escuela donde hice mis estudios de bachiller. En mi pupitre tengo abierto el libro de Historia Universal, y en la página de la izquierda, arriba, en un recuadro, hay una ilustracion. Esta ilustración pinta un soldado romano, con aquella minifalda que tanto exitaba mi incipiente lascivia, y con una espada en la mano, guardando un puente de las hordas bárbaras que intentában cruzarlo. Vete a saber donde estarían los demás. Un hombre solo, un simple soldado, un legionario, quizá un hijo de puta, defendiendo el Imperio Romano. Nunca olvidaré esa imagen. En cambio he olvidado por completo lo que os estaba diciendo. Y mi nombre. Ah, sí. Este soldado valiente nunca llegó a alcalde de Roma. Ya sabeis como funcionan estas cosas en Italia. Pero su gesta sirvió para algo, supongo."
En esta entrega las risas no se hacen esperar y supera con creces al texto anterior que también recomendé en este blog. En serio si quieren quitarse los pesares del día con unas líneas impresas, no duden en buscar este libro, que de seguro los divierte bastante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario